¿Tiene sentido decir que convivo conmigo mismo? ¿Somos todos los humanos seres divididos? En este momento tengo ante mí el seductor Mediterráneo, que me invita a navegar o a pasear por la playa. Yo soy ese deseo imperioso, que me hace estar inquieto en la silla. Pero pienso que me he comprometido a terminar este libro y este compromiso también soy yo. Soy mis impulsos y mis proyectos. Asisto al debate entre las voces de mis deseos, que pueden ser contradictorios, o entre mi deseo y mi deber.[...] El perspicaz Freud dio nombre a esta tres instancias: el deseo viene del Ello, el deber procede del Superyó y quien asiste a la pugna es el Ego.
Vivimos siempre en perpetuo diálogo, debate o disputa con nosotros mismos, nos hablamos sin parar [...]. Nos tratamos bien o mal, de manera constructiva o destructiva, nos animamos o nos desanimamos continuamente. Al cabo de los años todos hemos elaborado una autobiografía para uso propio, un currículum vital íntimo, que sirve como marco interpretativo de nuestra experiencia. [...]
¿Qué tal se lleva usted consigo mismo? Para facilitar la respuesta, fragmentaré la respuesta en tres:
1.¿Me llevo bien o mal con mi cuerpo?
2.¿Me llevo bien o mal con mi caácter?
3.¿Me llevo bien o mal con mi forma de comportarme?
(Extraído de Aprender a convivir de J.A. Marina)
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